diumenge, 29 de desembre del 2013

DORIS LESSING


Fue una mujer con tantas batallas perdidas como ganadas. Superviviente de la familia, el colonialismo británico, el racismo, la guerra, la ilusión comunista, el ateísmo, la condición femenina, el amor, la fama, la autora de Historia de Londres no tuvo miedo a usar su libertad, y en mostrar sus desengaños y sus conversiones. A Doris no se le notó el triunfo. Esto le concedió el perdón y el reconocimiento, a pesar de ser, precisamente por su independencia, una de las autoras más molestas con los convencionalismos. Impertinente con el mundo, la literatura y la industria editorial, ha dejado escrito un incómodo legado que cuestiona la identidad de quien se conforma con su identidad.
“¡No, yo no seré como ellos!”, escribió en el primer volumen de su autobiografía, en la que dibujó a un padre enfermo moralmente y herido en la Primera Guerra Mundial, y una
madre dominante y frustrada por no poder desempeñar en la vida un papel social o profesional relevante. El retrato decadente y moral de la familia, que traza en la serie de cinco novelas (llamada Hijos de la violencia)
Su vida es la memoria de un desencanto ideológico, de toda una época y una generación entera, en la que “todo el mundo era comunista”, pero nadie se atrevió a denunciar los crímenes de Stalin.
Hasta la publicación del El cuaderno dorado (1962) Lessing era considerada el referente de la novela de la extrema izquierda anglosajona. A partir de ese momento, se mostró contraria al Partido Comunista, porque nada tenía que ver el comunismo que promulgaba con el “comunismo utópico que propugnaba el amor mutuo de toda la humanidad”.
1949. Doris Lessing deja a los 36 años de edad, un marido y sus dos hijos mayores en Sudáfrica, y llega al Reino Unido con el pequeño. Bajo el brazo lleva el manuscrito de su primera novela, Canta la hierba, donde ya enseña sus molestas cartas: toca hablar de racismo y del amante negro de una blanca recién casada por convención.
Lessing cuenta en una de las partes de su biografía cómo la injusticia del racismo colonial en Rodesia del Sur la llevó a fundar un partido comunista local. Se había dedicado a las causas progresistas desde su primera juventud. Hacerse comunista fue un acto de rebelión que más tarde ella definiría como “el acto más neurótico de mi vida”.
De cronista del racismo a novelista de izquierda, para desembocar -con
Un paseo por la sombra (1997)- en defensora del feminismo. “Y de todas las interpretaciones equivocadas, la más equivocada fue la de las feministas. Se equivocaron como los comunistas, haciendo de la vida una cuestión ideológica, pero la vida sigue su curso sin ellas y hasta contra ellas”, . Contraria al feminismo “cuando roza el fundamentalismo”, desmitificadora de la obsesión por lo freudiano, su vida fue un proceso continuo de conversión. Desde el comunismo al individualismo, desde el ateísmo a la espiritualidad trascendental de las religiones orientales.
A la Premio Nobel de Literatura del año 2007 se le reconoce una fina inteligencia y aventajada ironía, de las que se ha servido para sorprender y desconcertar a sus lectores con incursiones en la ciencia ficción.  Lessing se hizo pasar en 1984 –con 65 años- por Jane Somers, autora novel, que presentó dos novelas, La intención del seudónimo era desvelar los defectos de su sector

Mercè

 

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