Y es que tiene que ser una auténtica gozada. No ir de compras arrastrando o arrastrado por el cónyuge a los grandes almacenes con la tétrica ilusión de FELICIDAD en sus fachadas y mantener con ese mismo cónyuge largas discusiones sobre cuantos y a cuantos parientes hay que hacer regalos o escribir crismas en los que se consigue decir “nada” con florituras. Librarse de las lifaras familiares –“la familia unida y feliz”- los troncos, los árboles, noeles, mágicas monarquías (pero monarquías a la postre) monadas alrededor de 12 uvas y cogorzas trompeteras para demostrar la mucha marcha que lleva uno en el cuerpo.
Fácil lo tienes. De hecho te las dan todas mascadas, preparadas, previstas, diseñadas, anunciadas hasta la saciedad, hasta el último minuto. Pues eso, ya se pueden dar por pasadas. Lo programado ya es pasado.
¿Y no voy a tener que regalar nada? NO y verás como no pasa nada. Simplemente dejas de regalar y ya está. ¿Alguien se mosqueará? ¡Que va hombre! Si total eso es todo aire envuelto en papel celofán. Así que da el primer paso y cuélgate el YO SOY DE LOS QUE NO CELEBRAN y cual nueva secta o religión también serás respetado (¡faltaría más!)
¿Y habrá que encontrar alternativa? ¿Quizás una concelebración?
No hace falta. La vida corriente. Como más corriente…. Más gozo. Y poco a poco después de una extraña sensación de vacío, irá apareciendo una llamita de vida, de ilusión…¿qué mejor regalo de Reyes? Ánimo y no celebres las fiestas. Verás que gozo.
(Publicado en el “Fora de Joc” nº 3 – Desembre 1996)
Rafael Baitg
Si Quieres leer el artículo original del Profesor Agustín García Calvo, PINCHA AQUI
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada