divendres, 6 d’abril del 2012

El cuidado de los cuidadores

En las últimas décadas la esperanza de vida en nuestro mundo civilizado ha aumentado de forma ilusionante, hasta alcanzar los 81 años de media de esperanza de vida al nacer en España (datos de 2009).
La cara B de esta longevidad, sin embargo, son las enfermedades asociadas a la vejez. De esta forma, las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y otras patologías incapacitantes cada vez son mucho más frecuentes.  
El cuidado de estas personas mayores enfermas suele recaer, casi siempre, en los hijos, concretamente en las hijas y nueras de edades comprendidas entre los 40 y 60 años, que, además están desempeñando sus puestos de trabajo fuera de casa y, por supuesto, tienen a su cuidado a sus hijos, que cada vez tienen mayores dificultades para incorporarse al mercado laboral, por lo que tienden a no abandonar el nido.  
En muchos casos la confluencia de todas las situaciones expuestas lleva a la familia a decidir el ingreso del anciano en una institución, en la que será atendido de forma profesional y adaptada a sus necesidades. Pero hasta que se llega a tomar la decisión de ingresar al padre, o a la madre, en una residencia, se suele pasar por algunos años de situaciones de fatiga física y, sobre todo, emocional.  
Las personas que conviven con una persona mayor dependiente deben proporcionar ayuda al cuidador principal para evitar su desgaste. Algunos ejemplos de actuaciones podrían ser:
  • Establecer turnos con todos los familiares dispuestos a colaborar, de forma que al menos un día a la semana, o un par de tardes completas, o algunas horas cada día, el cuidador tenga tiempo para sí mismo.
  • Distribuir el resto de tareas domésticas, de forma que no caigan todas sobre el cuidador: un responsable de hacer las compras, para el cuidado de la ropa, para preparar las cenas...
  • En caso de no poder colaborar físicamente, se puede contratar a una persona que proporcione ayuda algunas horas al día, pero la carga económica de esta ayuda, siempre que sea posible,no debería recaer sobre la familia que tiene al cuidado a la persona mayor.
  • Consultar todos los mecanismos de ayuda sociales y económicos disponibles y hacer uso de ellos. 
 El cuidado del cuidador influye siempre de forma beneficiosa en la salud del anciano, del enfermo o del discapacitado.
Ana Bergua
Enfermera


Núm. VII - Gener-Febrer 2012

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