Este verano me he movido un poco y he visto como poco a poco vamos destruyendo la poca naturaleza que nos queda. La naturaleza puede ser infinita pero si la explotamos como hasta ahora no durará siempre. Un ejemplo puede ser nuestra Vielha, lugar bonito, lo fue, actualmente el cemento y el ladrillo ha quitado espacio a la naturaleza y ya no es el lugar acogedor de antaño o la costa donde otra vez el ladrillo ha quitado espacio a la naturaleza. La naturaleza da tranquilidad, paz y libertad pero para ello hay que saber amarla y respetarla. Me gusta la naturaleza y soy consciente de que hay que quitar un poco de espacio a ella para mejorar las comunicaciones y otras cosas pero no así, hay formas y formas, siempre se puede minimizar los daños y corregir los destrozos, pero nosotros como animales depredadores tenemos lo que nuestras acciones hacen y ella se defiende muchas veces de la forma más brutal: con destrucción. Nos quejamos de incendios, de inundaciones sin darnos cuenta que somos nosotros quien lo provocamos. Nosotros tiramos la basura allá donde nos viene en gana, encendemos fuego en el peor de los sitios, si necesitamos cortar una montaña para hacer una carretera, la cortamos como un pastel, si nos molesta un rio, desviamos su cauce y no nos damos cuenta que ella quiere volver a sus orígenes. Ella es la que en realidad tiene libertad y no nosotros que la necesitamos a ella para vivir. Es ella la que nos da lo que más necesitamos para vivir: el oxigeno. Al final tendremos que fabricar oxigeno en laboratorio si queremos seguir viviendo, porque sin oxigeno, no hay vida.
Tenemos unas ciudades del todo inhóspitas y la nuestra es una de ellas, poco jardín y mucho asfalto. Hacen unas plazas y unos “parques” donde lo verde reina por su ausencia, donde en días de sol abrasador no se puede estar, total por no poner nada de vegetación, ponen cuatro arboles que no encajan pues no son autóctonos y los pobres están de una languidez que dan pena, ellos también sufren y cuando hay naturaleza la quitan para hacer centros comerciales, no buscan otros sitios que no impacte tanto a la naturaleza, no, el estudio de marketing dice que ese es un buen sitio y se acabó.
¿Y nosotros que hacemos? Nada. Nos quejamos en petit comité, pero nada más. Y a los que protestan, les llaman locos. Los que se atreven en ir en bici por la ciudad se encuentran con un montón de trabas, no tienen donde dejar las bicis seguras, eso en el mejor de los casos si hay un lugar de aparcarlas, la calzada es para los coches, molestan a los conductores y las aceras para los peatones. Un buen sitio para ir en bici en ciudad es el carril bus, si se respetase. Los amantes de los animales son muy amantes de los animales pero todavía hay muchos que no respetan a los demás dejando toda suciedad, perdón no me daba cuenta que lo que hacen es biomasa.
Todavía se va a comprar sin bolsa,total dan de plástico, vaya no me daba cuenta, luego se convierten en una nueva especie de medusas.
Hay un montón de recomendaciones y Prohibiciones pero nosotros caso omiso.
Como dicen en Inglaterra “Dios salve a la Reina” y yo lo cambio “Dios salve a la NATURALEZA”, de nosotros.
M Jose
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