Hoy iremos a
Tallin, capital de Estonia, ciudad de cerca de medio millón de habitantes. Es
una ciudad llena de contrastes. Por una parte está la zona antigua (Old Town) y
por otra el resto de la ciudad. La zona antigua es realmente bonita con rincones
y edificios medievales, calles estrechas y empedradas con gran encanto. En el
“Old Town” destacan edificios como el Ayuntamiento (Raekoda) precioso edificio
medieval, la iglesia de San Olaf o la de San Nicolás, así como el interesante
monasterio dominico. Cerca del “Old Town” y fuera de las murallas que lo rodean
se encuentra el bonito barrio de Toompea donde se hallan varios miradores con
grandes vistas de la ciudad antigua y el puerto sobre el Báltico. Esta parte de
la ciudad, me parece a mi, está sobreexplotada, pues está repleta de tiendas de
souvenirs, de restaurantes y pienso que no pueden dar para todos, teniendo en
cuenta que la temporada vacacional es corta. El invierno es tremendamente frio
(a la llegada al aeropuerto conocí a una chica que iba a trabajar un año dando
clases de castellano y me comentó que le habían dicho que comprara unas botas
con clavos para el invierno, cual alpinista). Fuera de esta zona, la ciudad es
realmente extensa con barrios llenos de contrastes. Junto a horribles edificios
de la época soviética –algunos de ellos con grandes patios interiores con una
sola entrada para poder ser más vigilados- y de edificios desvencijados que no
me explico como pueden pasar el invierno, se ven rascacielos modernos de
multinacionales instaladas tras la caida del comunismo y tras la independencia
de Estonia (1991).
Tras la
llegada del turismo internacional, los precios se han disparado y comer en
restaurante o comprar cualquier cosa, te resulta más o menos como aquí (caro).
Pero estando de vacaciones hay que darse algún placer. La última noche en
Tallin me zampé un plato de reno a la brasa y una botella de vino tinto. Casi
40 €...pero
que a gusto se pagan. La moneda es el Euro desde 2011.
HELSINKI
Ya que estamos aquí que mejor que acercarnos al puerto y coger un ferry
que te lleva en dos horas y media a Helsinki (ida y vuelta 32 €). Helsinki no es una ciudad, digamos, turística
pero me llamó la atención por varias cosas. Hay sitios para ver como la
estación de tren –obra del prestigioso arquitecto Eliel Saarinen- el Teatro de
la Ópera, El Estadio Olímpico o la Catedral. Llama la atención la gran cantidad
de bicicletas que circulan por la ciudad y que luego cuando las dejan, te fijas
que prácticamente ninguna esta con candado –aquí no durarían ni diez minutos.
Otra cosa que, no por conocida, llama la atención es el altísimo nivel de vida.
Tienen sueldos altísimos y los precios están a la altura. Asustan. Cerveza,
unos 6 €. Cerveza
con Frankfurt en puesto callejero 10-12 €. Y si
vais por la zona comercial, en tiendas y restaurantes no os confundáis al mirar
los números que se ven: no son de teléfono, son los precios. Es una pequeña
exageración pero la verdad es que alucinas.
Y para acabar, un consejo práctico. Llevad un buen plano pues no es muy
recomendable perderse y preguntar alguna dirección. Por ejemplo, del puerto al
Estadio Olímpico se va por Kanavakatu, Pohjoisesplanadi, Mannerheiminti y
Mannerheinyägen. Pa perderse. La moneda oficial es el Euro.
El viaje se realizó en septiembre de 2011. Vuelo de Ryanair desde Girona
ida y vuelta y cinco días en hotel –esta vez un poco cutre- me salió por unos
250 €.
Agur
Fernando
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